El Internet de las cosas y un mundo de posibilidades
El extraño futuro que nos mostraban algunas de las películas de los ochenta resulta cada vez menos subrealista. Aunque aun no nos trasladamos en monopatín volador como Michel J. Fox en Regreso al Futuro II, ya distan mucho de ser una novedad comodidades tales como prescindir de tarjeta o llave para acceder a determinados sitios usando en su lugar nuestra huella digital, controlar la temperatura o el volumen de la música en el coche a través de nuestra voz o que, en cualquier momento y en cualquier lugar, podamos realizar una videollamada.
Si bien podría afirmarse que «la informática de las cosas» supuso una verdadera revolución que abrió un mundo de posibilidades, no puede decirse menos del «internet de las cosas». Con dicho concepto hacemos referencia a la tendencia de conectar los distintos objetos entre sí y a la red: coches, frigoríficos, hornos, televisores, lavadoras…. En otras palabras, la digitalización del mundo físico.
Aunque a día de hoy sólo un 1% de los dispositivos están conectados a la red, se calcula que para 2020 su cifra oscilará entre 22.000 y 50.000 millones. Lo cual tiene potencial para cambiar radicalmente nuestra vida profesional y doméstica.
Por ejemplo, si estando fuera de casa nos percatásemos de que empieza a llover podríamos cerrar las ventanas de forma remota, o si no estuviésemos seguro de haber apagado la freidora o las luces podríamos comprobarlo desde cualquier ubicación, también si el día se tornase frío podríamos encender la calefacción un rato antes de volver al hogar.
Esta revolución no pasa desapercibida para los hackers que bien se frotan las manos pensando en todo lo que podrán hacer. Prueba de ello son aquellas noticias que durante este año han dado a conocer como ciberdelincuentes se han hecho con el control de planchas y otros aparatos domésticos para el envío de spam.
Todo aquello conectado a la red es potencialmente hackeable y bien lo han aprendido en la conferencia SyScan +360 donde un coche eléctrico Tesla ha sido hackeado, logrando el control del sistema de apertura, de luces, del claxon y del techo solar.
Por todo ello, de la mano de la evolución del «internet de las cosas» habrá de ir necesariamente la de las medidas de seguridad.