En una sociedad como la nuestra donde el uso de Internet y las nuevas tecnologías se hace protagonista, o por lo menos partícipe, en el día a día de los distintos sectores profesionales y también en las comunicaciones personales, no es de extrañar que la firma digital esté en auge.
Con ella se busca asegurar la identidad del emisor y la integridad del mensaje enviado, pues si un tercero lo modificase la firma quedaría invalidada.
La firma digital trae consigo la seguridad que otorga la firma autógrafa y supone distintas ventajas frente a ella, por ejemplo, facilita un entorno «sin papel» y evita la necesidad de ciertos desplazamientos físicos.
También hay que tener en cuenta que la firma tradicional puede ser falsificada con relativa facilidad, la firma digital obliga criptográficamente a una identidad electrónica de un documento electrónico y no se puede copiar a otro documento
¿Pero qué ocurriría si un usuario envía un mensaje que contiene un virus y lo firma digitalmente?
Como señala Josep Albors (ESET España), la reputación del particular o la empresa emisora quedaría dañada. Pues en primer lugar, estaría certificando que hemos enviado un virus y en segundo lugar, el antivirus del receptor del mensaje eliminaría el código malicioso encontrado quedando así el mensaje modificado y la firma invalidada.
Por todo ello, desde OZONIA queremos recomendarle una vez más máxima diligencia y cuidado a la hora de seleccionar e implantar las distintas medidas de seguridad en su organización, pues una mala elección puede suponer perjuicios difíciles de imaginar.