El Gran Hermano de los Datos toma nota cuando compras ropa interior en Internet, registra las búsquedas que tecleas en los motores de búsqueda sobre tu extraño sarpullido, y, al parecer, colecciona tus correos electrónicos de amor.
“Fue una de las mayores violaciones de las leyes de protección de datos que habíamos visto jamás”, señala a The Times Johannes Caspar, un alto cargo de protección de datos alemán, después de que obligara a Google a enseñarle lo que los vehículos de Street View habían recogido sobre sus conciudadanos. “Estábamos furiosos”.
La letra pequeña de las políticas de privacidad en Internet no supone un escudo para los usuarios de Internet frente a quienes recogen datos; por eso, ahora, los Gobiernos de todo el mundo están tratando de separar unos intereses empresariales complicados de la seguridad ciudadana.
En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comercio controla si las empresas de Internet cumplen sus políticas de privacidad en lo que respecta al momento y lugar en el que comparten la información personal de los consumidores. Pero la comisión no tiene capacidad para imponer sanciones, informa The Times, y tiene poca influencia sobre la manera en que funcionan las empresas que carecen de normas de privacidad.
“En Estados Unidos, la privacidad es un negocio de consumo”, indica a The Times Jacob Kohnstamm, presidente de la Autoridad de Protección de Datos holandesa. “En Europa, es un asunto de derechos fundamentales”.
A principios de año, la Comisión Europea propuso una ley que exigiera a las empresas de Internet obtener un permiso de los usuarios sobre la manera en que se pueden usar sus datos personales, informa The Times. Pero las insaciables ansias de información de los consumidores complican la legislación sobre la protección de datos.
“No tenemos muchas más opciones que confiar en Google”, explica a The Times Christian Sandvig, investigador en tecnología de las comunicaciones y política pública de la Universidad de Illinois. Y cuanto más dependemos de Google y de Facebook, más dependen ellas de sus consumidores para sus negocios empresariales, que dependen a su vez de la publicidad dirigida.
Entonces, ¿cuáles son las alternativas? Las empresas tecnológicas trabajan para establecer mecanismos que impidan el seguimiento, algo así como las listas de teléfonos restringidos.
Jon Leibowitz, presidente de la Comisión Federal de Comercio, ha pedido a las empresas minoristas, tecnológicas y de publicidad que hagan algo más que limitarse a bloquear los anuncios dirigidos, informa The Times.
“Aunque queda mucho trabajo por hacer en el sistema para impedir el seguimiento”, dice Leibowitz a The Times, “la comisión cree que los cambios que se han producido hasta la fecha, junto con las propuestas legislativas, proporcionan el impulso” para encontrar métodos útiles para proteger la privacidad.
La recogida de datos ha planteado un dilema a la sociedad: aceptar el hecho de que nuestras acciones siempre sean visibles, o dedicar una energía tremenda a crear nuestra imagen pública.
O elegir la versión del siglo XXI de la vida ermitaña: renunciar a Internet.
Fuente: ElPais.com