Los teléfonos inteligentes almacenan un sinfín de datos personales valiosos: fotos, vídeos, correos electrónicos, textos, datos de aplicaciones, localizaciones GPS y los hábitos de navegación Web, que caen con cada vez mayor frecuencia en manos de anunciantes, fabricantes de aplicaciones, cuerpos de seguridad y criminales.
En una encuesta recién publicada por la Universidad de California, Berkeley (EE.UU.), investigadores en derecho sugieren que existe una desconexión importante entre la percepción que tiene mucha gente de la seguridad y privacidad de los datos en sus teléfonos inteligentes y la realidad.
La mayoría de los usuarios de teléfonos móviles encuestados para el informe, afirmaron, por ejemplo, que no les gustaba la idea de que otras personas accedieran a la información almacenada en sus teléfono móviles. Más del 80 por ciento afirmó que no querrían que un compañero de trabajo usara su teléfono y la mitad afirmó que ni siquiera querrían que sus amigos accedieran al aparato. La mayoría de los encuestados también afirmó que creían que su teléfono móvil era igual de privado que su ordenador personal. En el estudio, financiado por Nokia, se llamó a 1.200 hogares mediante teléfonos fijos y móviles.
La realidad es que millones de personas ya proporcionan datos móviles a vendedores, analistas de negocio y fuerzas de seguridad, en muchas ocasiones sin saberlo o sin haber dado su consentimiento.
La mayoría de los participantes en esta encuesta afirmaron que creían que los cuerpos de seguridad necesitan un permiso especial para acceder a la información de un teléfono. De hecho, los cuerpos de seguridad pueden adivinar una contraseña para desbloquear un aparato confiscado y pueden suplantar al dueño del teléfono enviando mensajes de texto si el teléfono no está bloqueado. Ninguna de estas dos actividades ha sido condenada por los tribunales.
Cuatro quintas partes de los encuestados afirmaron que “seguro” o “casi seguro” no dejarían que sus aplicaciones entraran en sus agendas. Y sin embargo, eso es lo que hacen muchas empresas.
El setenta por ciento de los encuestados afirmó que seguro que no permitirían a sus teléfonos mandarles anuncios basados en su localización. Muchas aplicaciones para teléfonos ya recogen datos sobre la localización del aparato, parte de la cual se usa posteriormente de forma comercial. Este sentimiento generalizado apunta a que podría ser incluso más difícil de lo que parece conseguir ganar dinero de la publicidad ahora que un número cada vez mayor de usuarios de Internet migran hacia aparatos móviles.